José Luis Curbelo y Rodrigo Madrazo, Presidente y Director General de COFIDES.

Madrid, 29 de diciembre de 2018.

Hace algo más de 30 años España se adhería a las Comunidades Europeas y se embarcaba en el ilusionante proyecto del Mercado Interior. Más allá de la propia incorporación del acervo comunitario, el proceso de integración nos permitió observar el reflejo que de nosotros ofrecía Europa. Una de las imágenes que faltaban en el espejo era la de una institución capaz de fomentar el desarrollo económico mediante la financiación de inversiones productivas en el exterior.

En 1988 el Gobierno procedió a constituir la Compañía Española de Financiación del Desarrollo (COFIDES) que, con un capital social de dos mil millones de pesetas (12 millones de euros), recibía el mandato de fomentar la inversión del sector privado en los países menos desarrollados, a la par que contribuir a la presencia española en tales países. En 1995 COFIDES amplió su capital social dando entrada a los principales bancos españoles, que hoy ostentan alrededor del 45% de sus acciones.

En sus orígenes COFIDES se centró en la oferta de préstamos a empresas españolas y fue un actor relevante en la intermediación de las líneas del Instituto de Crédito Oficial (ICO). La experiencia y el conocimiento adquiridos le permitieron desarrollar otras áreas de negocio que han devenido sus principales ventajas comparativas. Por su importancia destacan los instrumentos de capital, siempre con carácter minoritario y transitorio, el cuasi capital, normalmente en tramos subordinados, y las estructuras de project finance que, sin duda, han contribuido a la internacionalización y liderazgo actual de las constructoras y concesionarias españolas de los diversos tipos de infraestructura.

En 1997 COFIDES recibió por Ley el encargo de manejar los fondos del Estado FIEX y FONPYME, orientados a promover la actividad exterior de las empresas españolas. De esta manera la compañía se convertía en gestora de fondos soberanos y ampliaba su ámbito de actuación a todos los países.

Fiel a su objeto social, COFIDES puso el foco en el impacto de las inversiones. En 2006 adoptó de forma pionera en nuestro país un sistema de evaluación de los efectos sociales y medioambientales de las inversiones financiadas. Esta iniciativa ha encontrado en años recientes su espacio de evolución natural en los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que representan el camino marcado por Naciones Unidas para afrontar los principales retos globales en 2030. Los ODS apuntan a la erradicación de la pobreza en un contexto de inclusión social y preservación del medio ambiente.

En el ejercicio de las mejores prácticas, COFIDES evalúa sus resultados de acuerdo a las métricas de los ODS. Así, las inversiones financiadas han generado más de 44.000 empleos directos y 66.000 indirectos. Igualmente, los 183 millones de euros invertidos en proyectos de adaptación y mitigación del cambio climático desde 2012 han permitido movilizar más de 5.500 millones de euros.

Su capacidad de movilización de recursos de terceros ilustra los dos principales valores que rigen la compañía: “adicionalidad”, entendida como la oferta de productos financieros que difícilmente pueden encontrarse en el mercado; y “efecto catalizador de recursos privados”, o crowding-in, clave para maximizar el impacto en desarrollo de las inversiones.

Esta vocación catalizadora de la financiación privada fue esencial para la obtención de las acreditaciones de COFIDES ante la Comisión Europea y Naciones Unidas en 2016 y 2018. La primera permite cofinanciar proyectos en el marco del Plan de Inversiones Exteriores de la UE y la segunda da acceso a las cofinanciaciones del Fondo Verde del Clima de la ONU. Un primer resultado de esta estrategia es el hecho de que nuestro país, a través de la colaboración de COFIDES y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), y partiendo desde cero, haya conseguido situarse a finales de 2018 como el tercer país europeo en capacidad de movilización de recursos comunitarios para financiación del desarrollo. Un logro que va a beneficiar a muchas empresas españolas en sectores como la energía renovable y economía circular, las ciudades resilientes, o la inclusión financiera.

Con esta trayectoria y con la experiencia acumulada de más de 900 operaciones de inversión por valor superior a 3.000 millones de euros ejecutados por unas 650 empresas españolas en 88 países, COFIDES ha celebrado en 2018 su trigésimo aniversario. Más allá de las cifras que componen este balance hay información cualitativa que no debe obviarse. Entre otros aspectos cabe mencionar la contribución a la construcción de infraestructuras y bienes públicos, la generación de empleo, la mejora de la eficiencia en las cadenas de valor, la recaudación de ingresos fiscales, la traslación de conocimiento, tecnología y buenas prácticas corporativas, así como la difusión de la imagen marca-país de España en el mundo.

Cumplida su primera treintena, COFIDES se proyecta hacia el futuro respaldada tanto por sus resultados financieros (logro sistemático de beneficios empresariales) y no financieros (contribución al cumplimiento de los ODS), como por las capacidades de su equipo humano y la madurez que otorgan las lecciones aprendidas sobre financiación del sector privado en países complejos. Al mismo tiempo, las razones estratégicas que indujeron su creación siguen plenamente vigentes. Por una parte, la modernización competitiva de la economía española demanda que sus empresas sean capaces de competir globalmente a través de la innovación y la presencia en los diferentes mercados; por otra parte, los intereses geopolíticos de nuestro país -desde la seguridad global y la ordenación de las migraciones, a la lucha contra los efectos del cambio climático o la pobreza pertinaz en muchos países- exigen movilizar y alinear inmensas cantidades de recursos públicos y privados. COFIDES, con el recurso a los diferentes fondos nacionales y multilaterales, está demostrando ser un agente relevante en tales empeños.

* Artículo de opinión publicado originalmente en el diario El Economista, el 29 de diciembre de 2018.