José Luis Curbelo Álvaro Hernández, Presidente y subdirector de Operaciones de COFIDES.

Madrid, 1 de agosto de 2019.

Debido a la importante contribución de las pymes al PIB, a la generación de empleo y a la innovación, el futuro de la economía española depende en gran medida de crecimiento y competitividad de las mismas. Aunque en los últimos años la pyme española ha mejorado su competitividad y ha conseguido abrirse al exterior contribuyendo a la recuperación económica, las empresas pequeñas y medianas continúan estando expuestas a los vaivenes de los ciclos económicos y se enfrentan a un entorno no siempre favorable para acometer sus proyectos.

Es ya ampliamente aceptado que la mejora de su competitividad no depende de la bajada sistemática de los salarios ni del régimen de subvenciones, sino de la consolidación de un ecosistema que englobe talento, regulación, tecnología y financiación que permita a las empresas pequeñas acceder de una manera eficiente a los inputs necesarios para concurrir en un mercado cada vez más exigente.

Son muchos los obstáculos a los que se enfrentan las pymes para su modernización: falta de especialización de sus trabajadores, dificultades para desarrollar economías de escala, carencia de recursos para entender y enfrentarse a las múltiples regulaciones, falta de diversificación de mercados, fiscalidad ineficiente, etc. Una de las barreras para el crecimiento de la pyme más comúnmente señalada es la dificultad para acceder a las fuentes de financiación. Sin ella es imposible atender los pedidos de los clientes, mejorar los recursos humanos, invertir en I+D, vender o implantarse en el exterior, y, en definitiva, abordar el crecimiento. Los productos financieros ofrecidos a las pymes continúan siendo limitados y poco diversificados y consisten fundamentalmente en líneas de crédito a corto plazo que no siempre se adaptan a las necesidades de las empresas.

La dificultad de las entidades financieras de acceder a información financiera y corporativa fidedigna de las pymes se traduce en que la financiación suele tener un sobrecoste que no se corresponde con el riesgo real de las transacciones. Paralelamente, la puesta en marcha de Basilea IV ha obligado a muchas entidades a reducir su exposición al riesgo, lo que se ha traducido en una mayor limitación al crédito a las empresas menores y, en parte, al cierre de muchas sucursales.

Ello a su vez ha llevado a la consecuente centralización en la toma de decisiones de las entidades financieras, que ha provocado que el análisis de aspectos cualitativos de los clientes haya sido sustituido por exigentes procedimientos que se limitan al frío análisis de datos cuantitativos. En última instancia, la falta de información confiable y estandarizada de acuerdo con criterios homologados sobre la situación financiera (y no financiera) de las pymes, tal y como hacen las agencias de rating (Standard & Poor’s y otras) con las empresas mayores, se traduce en restricciones de financiación y en precios más elevados de la misma.

No obstante, la irrupción en los últimos años de nuevas empresas tecnológicas está abriendo un sinfín de oportunidades que ayudan a compensar los fallos de mercado y a escalar la oferta de bienes y servicios.

Uno de estos ejemplos lo encontramos en Inbonis, una fintech española que ha desarrollado su propia plataforma de software para analizar pymes a un coste competitivo a través de una metodología ágil adaptada a estas empresas. A finales de mayo, tras un arduo y exigente proceso, Inbonis fue acreditada por ESMA –la Autoridad Europea de Valores y Mercados– como la primera agencia europea de calificación crediticia (rating) especializada en pymes, lo que permitirá a esta joven agencia democratizar la calificación crediticia al determinar de una manera objetiva, transparente y con criterios estandarizados y acreditados el riesgo real de las mismas. Se mejorará el acceso de la pyme a la financiación de una manera más eficiente y justa, y sin ser discriminadas por su tamaño.

Para afrontar los grandes retos de los próximos años, España necesita contar con instrumentos que permitan crear las condiciones necesarias para favorecer la creación de empresas y su crecimiento sostenible. La internacionalización ha demostrado ser uno de los vectores clave de crecimiento y mejora de la competitividad de las empresas.

El acceso de las pymes a un sistema transparente de rating crediticio facilitará un sólido mercado de financiación inclusiva y sostenible, que se adapte a las necesidades de las empresas más pequeñas y que sirva para fortalecer al tejido empresarial de nuestro país.

* Artículo de opinión publicado originalmente en el diario Cinco Días, el 1 de agosto de 2019.