María Vidales, Directora Adjunta de Financiación del Desarrollo y Gestión Europea en COFIDES.

Madrid, Julio de 2019.

* Extracto del artículo publicado originalmente en el Boletín Económico de ICE nº 3109 (pdf).

El Acuerdo de París o Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015 supuso un profundo cambio en la concepción del grave problema del cambio climático, ya que se logró un compromiso mundial sin precedentes para la consecución de un desarrollo de bajas emisiones de gases de efecto invernadero y resiliente al clima.

Para alcanzar este ambicioso objetivo, el Acuerdo de París se centra en tres ejes fundamentales: la mitigación del cambio climático (“mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 2°C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5°C”), la adaptación (promover la resiliencia a los efectos adversos del clima) y la financiación (situar los flujos financieros en un nivel compatible con dichos objetivos).

La importancia de la lucha contra el cambio climático también está muy presente en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), de tal forma que seis de los diecisiete ODS están relacionados de manera directa o indirecta con la mitigación y adaptación al cambio climático -ODS 6 (“Agua limpia y saneamiento”), 7 (“Energía asequible y no contaminante”), 11 (“Ciudades y comunidades sostenibles”), 13 (“Acción por el clima”), 14 (“Vida submarina”) y 15 (“Vida de ecosistemas terrestres”).

CRUCIAL PAPEL DEL SECTOR PRIVADO

Para conseguir esta ambiciosa hoja de ruta es imprescindible contar con recursos financieros suficientes. Los países desarrollados se han comprometido a contribuir, a través de una amplia variedad de fuentes e instrumentos, con 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020.  

A este respecto, el papel del sector público se desdobla: como financiador y como “catalizador”. En efecto, el sector público debe servir para movilizar la financiación privada, a través de la mitigación del riesgo, la asistencia técnica y el desarrollo de capacidades. Esto es lo que se ha venido a denominar “from billions to trillions”. Es decir, que los miles de millones (“billions”) de recursos públicos aportados no sólo sirvan como financiación directa de acciones climáticas, sino también para movilizar la iniciativa privada hasta conseguir los billones de dólares (“trillions”) necesarios para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París (Banco Mundial, 2015 [1]).

Del mismo modo, el papel del sector público en la consecución de los objetivos climáticos trasciende la esfera financiera y es especialmente importante su participación en el desarrollo de políticas públicas de I+D+i, invirtiendo en infraestructuras limpias y proveyendo de formación y capacitación que faciliten la reconversión de determinados sectores. Por otro lado, también resulta clave tener un marco regulatorio estable que reduzca la incertidumbre y estimule el cambio.

Asimismo, para llegar a las elevadas cifras de financiación necesarias para estos objetivos, los recursos deben provenir de muy diversas fuentes y, en el marco de los ODS, se reconoce el papel fundamental del sector privado, no sólo el filantrópico, sino, sobre todo, el empresarial. No obstante, la participación del sector privado en la lucha contra el cambio climático no debe entenderse sólo como una cuestión financiera, sino bajo un prisma mucho mayor, ya que el sector privado puede y debe tener un papel clave a la hora de conseguir una economía neutra en carbono [2]: incorporando en sus estrategias la cuestión del cambio climático, adaptando su forma de producir y proveer de servicios a través de soluciones de bajas emisiones y con bajo consumo de combustibles fósiles (Burchardt, Gerbet et al, 2018 [3]). Con estas medidas, el sector privado no sólo estará contribuyendo a la sostenibilidad del planeta, sino que se beneficiará también a nivel empresarial, al convertirse en compañías más competitivas en el mercado.

LA IMPORTANCIA DEL FONDO VERDE PARA EL CLIMA

Para alcanzar las cifras tan abrumadoras de financiación son necesarias iniciativas a nivel mundial. Todas ellas son importantes, si bien el Fondo Verde para el Clima es la principal institución financiera multilateral que busca contribuir a la consecución de los objetivos en materia de lucha contra el cambio climático.

El objetivo del fondo es promover un cambio de paradigma hacia un desarrollo de bajas emisiones y resiliente al cambio climático. Para ello, pone a disposición una diversidad de instrumentos financieros que pretenden movilizar los recursos suficientes para financiar proyectos, tanto públicos como privados, de mitigación y adaptación al cambio climático en países en desarrollo y emergentes. Los instrumentos financieros que pone a disposición el Fondo Verde para el Clima son donaciones, préstamos concesionales, capital y garantías.

De esta manera, a través de la ventanilla para el sector privado (“Private Sector Facility”), el Fondo Verde pretende movilizar recursos procedentes de fondos de pensiones, compañías de seguros, corporaciones, intermediarios financieros locales y regionales y el propio mercado de capitales.

El Fondo Verde para el Clima comenzó a financiar proyectos en 2015 y en estos años ha comprometido 5.000 millones de dólares en 102 proyectos que beneficiarán a más de 275 millones de personas. Se trata principalmente de proyectos públicos (59%), si bien se han empezado a aprobar proyectos privados, sobre todo, contribuciones a fondos de inversión de impacto.

Fig. Distribución geográfica y por tipo de proyecto de la cartera del Fondo Verde para el Clima (junio 2019).

grafico 1 maria vidales cofides el papel de la financiacion climaticagrafico 2 maria vidales cofides el papel de la financiacion climatica

 

ENTIDADES ACREDITADAS

El Fondo Verde para el Clima no implementa los proyectos directamente sino a través de dos figuras importantes: las “Autoridades Nacionales Designadas” (NDAs, por sus siglas en inglés) y las entidades acreditadas. Las NDAs son instituciones locales de cada país elegible para el Fondo que tienen como función garantizar que los proyectos y programas financiados por este sean coherentes con las normas y políticas nacionales.

Por su parte, las entidades acreditadas son aquellas instituciones y organismos que han superado un exhaustivo proceso de homologación de sus procedimientos internos, de tal forma que pueden gestionar los recursos del Fondo Verde, al mismo tiempo que se comprometen a estructurar la operación (aportando financiación y asumiendo parte del riesgo de la misma), supervisar todo el proceso de ejecución e implementación del proyecto y ser el responsable último del éxito del mismo. Actualmente existen 84 entidades acreditadas, de las cuales casi la mitad (el 43%) son de carácter internacional.

En España sólo COFIDES ha superado el riguroso proceso de acreditación, lo que la habilita para presentar al Fondo Verde para el Clima potenciales proyectos de mitigación y adaptación tanto de carácter público como privado. La Compañía tiene amplia experiencia en estos sectores, habiendo financiado en los últimos siete años más de 35 proyectos privados de mitigación y adaptación por importe superior a los 180 millones de euros (lo que ha permitido movilizar una inversión total cercana a los 5.500 millones de euros) (Curbelo y Madrazo, 2018 [4]).

La participación activa de COFIDES en uno de los principales mecanismos de financiación climática multilateral abre un importante abanico de posibilidades a las empresas para apoyar acciones climáticas en los países en desarrollo y, al mismo tiempo, ayudará a la consecución de los compromisos españoles a nivel internacional.

* Extracto del artículo publicado originalmente en el Boletín Económico de ICE nº 3109 (pdf).

[1] Banco Mundial (2015). From billions to trillions: MDB contributions to financing for development. Washington, D.C. World Bank Group.

[2] Entendida como el equilibrio entre las emisiones y las absorciones de gases de efecto invernadero.

[3] Burchardt, J., Gerbert, P., Schönberger, S., Herhold, P., y Brognaux, C. (2018). The Economic Case for Combating Climate Change. BCG Henderson Institute, septiembre de 2018.

[4] Curbelo, J. L., y Madrazo, R. (2018). “Por un desarrollo más sostenible: la oportunidad del Fondo Verde para el Clima”. El Economista, publicado el 19 de diciembre de 2018.